El colesterol es una sustancia grasa esencial que forma parte de las membranas celulares y participa en la síntesis de hormonas y vitamina D. El organismo lo obtiene a través de la dieta y lo produce en el hígado. Aunque cumple funciones vitales, un exceso de colesterol en sangre, sobre todo del tipo LDL, representa un riesgo claro para la salud cardiovascular.

Es importante destacar que, debido a que los niveles elevados de colesterol pueden ser difíciles de identificar sin análisis específicos, es recomendable visitar una clínica cardiológica de forma regular. Los especialistas podrán evaluar de manera precisa los niveles de colesterol y otros factores de riesgo, lo que permite tomar medidas preventivas para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. La detección temprana y el tratamiento adecuado son fundamentales para mantener una salud cardíaca óptima.

Colesterol LDL y HDL: ¿cuál es el bueno y cuál el malo?

  • LDL (lipoproteína de baja densidad): conocido como «colesterol malo», transporta colesterol hacia los tejidos. Cuando sus niveles son elevados, puede depositarse en las paredes de las arterias, formando placas de ateroma.
  • HDL (lipoproteína de alta densidad): conocido como «colesterol bueno», ayuda a retirar el exceso de colesterol de los tejidos y lo lleva de vuelta al hígado para su eliminación.

El equilibrio entre ambos tipos es fundamental. No basta con un valor total de colesterol aceptable si el LDL está alto o el HDL es insuficiente.

¿Cuáles son los valores considerados altos?

Según las guías clínicas, los niveles deseables son:

  • Colesterol total: menos de 200 mg/dL
  • LDL: menos de 100 mg/dL (menos de 70 mg/dL en personas de alto riesgo)
  • HDL: más de 40 mg/dL en hombres y más de 50 mg/dL en mujeres
  • Triglicéridos: menos de 150 mg/dL

Superar estos límites, especialmente en LDL, aumenta considerablemente el riesgo cardiovascular.

¿Qué riesgos implica tener el colesterol alto?

La principal consecuencia es el desarrollo de aterosclerosis, una acumulación de grasa en las paredes arteriales que puede estrechar u obstruir el flujo sanguíneo. Esto puede derivar en:

  • Infarto agudo de miocardio
  • Accidente cerebrovascular (ictus isquémico)
  • Angina de pecho
  • Enfermedad arterial periférica
  • Aneurismas aórticos

Estos eventos pueden ocurrir de forma silenciosa o repentina, y son más probables cuanto más tiempo se mantenga el colesterol elevado sin tratar.

¿Quién está en mayor riesgo?

El riesgo de complicaciones es mayor en personas que presentan:

  • Hipertensión arterial
  • Diabetes tipo 2
  • Tabaquismo activo
  • Obesidad abdominal
  • Sedentarismo
  • Antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular prematura

En estos casos, incluso un nivel de LDL moderadamente elevado puede ser clínicamente significativo y requerir tratamiento precoz.

¿Cómo se detecta el colesterol alto?

El único método fiable es mediante un análisis de sangre. La hipercolesterolemia no suele causar síntomas hasta que aparecen complicaciones graves. Por eso, las revisiones periódicas son clave, especialmente a partir de los 40 años o antes si hay antecedentes familiares o factores de riesgo.

Es recomendable realizar un perfil lipídico completo en ayunas para evaluar colesterol total, HDL, LDL y triglicéridos.

Tratamiento: más allá de la dieta

El tratamiento incluye medidas no farmacológicas y, cuando es necesario, fármacos hipolipemiantes:

  • Modificación de la dieta: reducción de grasas saturadas y trans, aumento del consumo de fibra y grasas insaturadas
  • Actividad física regular: mínimo 150 minutos de ejercicio aeróbico semanal
  • Pérdida de peso si hay sobrepeso u obesidad
  • Fármacos: estatinas, ezetimiba o inhibidores de PCSK9, según el perfil de riesgo cardiovascular

El tratamiento no se dirige solo a bajar el colesterol, sino a reducir el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares graves.

¿Se puede prevenir el colesterol alto?

Sí. Adoptar desde edades tempranas una alimentación saludable, evitar el tabaco, mantener un peso adecuado y realizar ejercicio con regularidad son las mejores formas de prevenirlo. En personas con predisposición genética (hipercolesterolemia familiar), puede ser necesario iniciar tratamiento farmacológico precozmente.

La prevención es mucho más efectiva cuando se combina con educación sanitaria y un seguimiento médico adecuado.