Un stent es una pequeña malla metálica que se implanta dentro de una arteria coronaria para mantenerla abierta después de haber sido dilatada mediante angioplastia. Se utiliza para tratar obstrucciones cardiacas causadas por placas de aterosclerosis que dificultan el flujo sanguíneo al músculo cardíaco, lo que puede causar angina de pecho o infarto de miocardio. El objetivo del stent es restaurar el flujo coronario y prevenir nuevos episodios isquémicos.

Tipos de stents: ¿todos son iguales?

No todos los stents son iguales. Existen dos tipos principales:

  • Stents metálicos simples: más antiguos, menos utilizados actualmente.
  • Stents farmacológicos: liberan medicamentos que reducen la proliferación celular y el riesgo de reestenosis (nueva obstrucción). Son los más utilizados en la actualidad por su mejor pronóstico a largo plazo.

El tipo de stent colocado influye en la duración del tratamiento anticoagulante y el seguimiento clínico posterior.

Cuidados inmediatos tras la colocación del stent

Tras el procedimiento, el paciente debe guardar reposo y evitar esfuerzos durante las primeras 24-48 horas. Se monitoriza la zona de acceso (habitualmente la muñeca o la ingle) y se controlan la presión arterial y el ritmo cardíaco. En la mayoría de los casos, el alta hospitalaria se produce al cabo de uno o dos días, siempre que no haya complicaciones.

Es fundamental comenzar cuanto antes la terapia farmacológica y las recomendaciones de estilo de vida, ya que el stent corrige un problema mecánico, pero no detiene por sí mismo la progresión de la enfermedad coronaria.

Medicación tras el implante: imprescindible

La colocación de un stent requiere la toma estricta de medicación antitrombótica, que suele incluir:

  • Aspirina de forma indefinida
  • Un segundo antiagregante plaquetario (como clopidogrel, ticagrelor o prasugrel) durante un periodo variable, habitualmente de 6 a 12 meses

Suspender o tomar incorrectamente estos medicamentos aumenta el riesgo de trombosis del stent, una complicación grave y potencialmente mortal. También se prescriben estatinas, betabloqueantes y otros fármacos para controlar los factores de riesgo cardiovascular.

Cambios en el estilo de vida: parte esencial del tratamiento

La colocación del stent es solo el comienzo del proceso. Para evitar nuevos eventos cardiovasculares, se deben aplicar cambios reales en el estilo de vida:

  • Dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y grasas saludables
  • Eliminación del tabaco
  • Ejercicio regular, adaptado a la capacidad funcional del paciente
  • Control estricto de la tensión arterial, colesterol y diabetes
  • Reducción del estrés y mejora del sueño

Estos cambios son tanto o más importantes que el procedimiento en sí para mantener la salud cardiovascular a largo plazo.

Actividad física y retorno a la vida normal

Tras un breve periodo de reposo, el ejercicio moderado y controlado es beneficioso. Los programas de rehabilitación cardíaca ayudan a recuperar la capacidad funcional de forma segura. Caminar, nadar o andar en bicicleta son actividades recomendadas. El reinicio de la actividad laboral o sexual también debe adaptarse según la evolución clínica y las indicaciones del cardiólogo.

La clave está en no sobreprotegerse ni forzar el organismo prematuramente. La recuperación es progresiva y debe estar guiada por profesionales.

Signos de alerta tras el alta: cuándo acudir al médico

Es importante conocer qué síntomas pueden indicar una complicación:

  • Dolor torácico similar al previo al procedimiento
  • Mareo o pérdida de conciencia
  • Dificultad para respirar o fatiga excesiva
  • Hinchazón o sangrado en el sitio de punción
  • Palpitaciones o latidos irregulares

Ante cualquiera de estos signos, se debe acudir al servicio de urgencias sin demora. La trombosis del stent, aunque infrecuente, requiere atención inmediata.

Seguimiento médico y pronóstico a largo plazo

El seguimiento debe ser regular, con controles de electrocardiograma, pruebas de esfuerzo si se indican, y análisis de sangre para vigilar lípidos y función renal. En muchos casos, la evolución es favorable si se cumplen las recomendaciones. La tasa de complicaciones tras el implante de stent farmacológico es baja cuando hay buena adherencia terapéutica.

El pronóstico depende menos del procedimiento en sí y más del control de los factores de riesgo cardiovascular y de la continuidad del tratamiento. Seguir las indicaciones de tu cardiólogo y visitar una clínica cardiológica de manera preventiva es crucial para monitorear la evolución de los síntomas cardiacos y evitar posibles complicaciones.